Si no estás muy metido en el mundillo de los corredores, probablemente las palabras correr y trotar te suenen a sinónimos. Y aunque es cierto que ambas se refieren a aficionados al deporte que disfrutan saliendo a correr, hay diferencias importantes entre ambas. De hecho, si alguna vez dices a un corredor que, si sale a trotar, puede que no le haga mucha gracia...

Por supuesto, ninguno de los dos conceptos es mejor que el otro, simplemente se trata de distintas formas de practicar el atletismo. Veamos cuáles son las diferencias más importantes entre estos dos conceptos.

1. Filosofía, dedicación e implicación

Esta es la más importante de las diferencias entre trotar y correr. Los aficionados al trotar son personas que disfrutan de salir a mantenerse en forma y hacer ejercicio, pero no hacen de ello más que una afición ocasional.

Salir tras las fiestas a perder peso y quemar el exceso de calorías ingeridas, disfrutar del buen tiempo en el parque en verano o primavera o simplemente aprovechar un domingo por la mañana. No siguen un plan de entrenamiento fijo ni estricto, y simplemente disfrutan de una sesión tranquila de ejercicio.

El corredor, en cambio, es alguien que ha llevado la afición por correr un paso más allá. Son deportistas de nivel medio o alto, cuyo principal objetivo es la mejora de sus propios tiempos y marcas personales corriendo. Para ello, siguen planes de entrenamiento estrictos y de nivel avanzado que muy rara vez se saltan. Se trata así de deportistas que se encuentran a medio camino entre el aficionado y el atleta.

2. Velocidad e intensidad

Cuando se sale a trotar, se busca llevar un ritmo de carrera suave que nos permita mantener una intensidad de ejercicio baja. Es lo que habitualmente se llama "correr al trote". Cuando veas a un corredor marchar a ritmo lento, con una respiración relajada y un ritmo, en general, cómodo, es que está trotando.

Habitualmente, se establece lo que es trotar cuando el ritmo es de más de 6 minutos y 20 segundos por kilómetro. Sin embargo, esta no es una fórmula estricta. Una persona de edad avanzada o con algún tipo de condición física especial podría estar haciendo tiempos superiores a esos, y sin embargo entrenar con la intensidad y filosofía de un corredor.

Cuando corres la intensidad es alta, puesto que el corredor está habitualmente entrenando y luchando por mejorar sus propias marcas.

3. Cambios de ritmo

El aficionado a trotar saldrá a correr con un ritmo continuado y estable, a menos que su propia condición física le haga alterarlo en algún punto. Es decir, un "trotador" correrá normalmente al mismo ritmo o parecido durante toda su sesión de carrera.

Un corredor introducirá cambios de ritmo en sus entrenamientos, como parte del entrenamiento necesario para conseguir una mayor mejora de su propio rendimiento. Intervalos de HIIT, tramos piramidales y otras formas de entrenamiento que exigen cambiar la intensidad y velocidad de carrera son habituales al correr.

4. Gasto calórico

Puesto que se trata de actividades con intensidades muy distintas, el gasto calórico de ambas también es diferente, como es lógico. El correr implica un mayor esfuerzo muscular, por lo que resulta en gasto energético superior respecto al trotar.

Otras diferencias que conviene tener en cuenta...

Hay otros detalles que tienden a diferenciar a un corredor de alguien que practica el trote. Uno de ellos es el equipamiento deportivo, que en el practicante del trote tiende a ser más casual y en el corredor más especializada, aunque evidentemente, esto no se cumple siempre.

Con todo lo expuesto puede parecer que el correr sea siempre una opción superior a la de trotar, pero no es necesariamente así. El trotar sigue siendo una actividad saludable y muy beneficiosa para el organismo, que puede ayudar a hacer menos sedentaria la vida de personas con menor forma física o que simplemente no disfrutan de las filosofías estrictas al hacer ejercicio.