Las vitaminas son un tipo de nutriente orgánico, es decir que no aporta calorías, imprescindibles para mantener una buena salud. En su mayoría no las podemos fabricar, o solo en cantidades demasiado pequeñas, por lo que tenemos que ingerirlas necesariamente con los alimentos. Como dato anecdótico el origen etimológico de vitamina viene de vida, por su relevancia para multitud de procesos biológicos.
Síntomas en la falta de vitaminas
Existen 13 tipos de vitaminas descritas, y cuando escasean aparecen síntomas asociados a ese déficit, aunque también podemos tener un déficit leve sin que nos de sintomatología, en este caso se denomina subclínico.
El gran problema está que aunque no lo notemos ese pequeño déficit sí que repercutirá en nuestra salud. Incluso se han detectado valores dentro del rango de normalidad que resultaban ser insuficientes para personas con elevados niveles de estrés, bien sea corporal, como los deportistas profesionales, o por estrés psicológico crónico.
Un ejemplo de esto, son nuestras células de defensa, que precisan distintas vitaminas para funcionar adecuadamente y que cuando estas escasean no nos protegerán con tanta eficacia. Ahí podría ayudarnos por ejemplo un complejo vitamínico.
Funciones de las vitaminas
Siguiendo con el ejemplo anterior en ese caso deberías de fijarte especialmente en que contenga las vitaminas D, A y C, pues son fundamentales para el sistema inmune, pero cada vitamina tiene multitud de funciones, entre ellas destacan:
- Contribuir a obtener energía, reduciendo el cansancio
- Proliferación y regeneración de tejidos, incluso en el feto
- Regulación de las hormonas sexuales entre otras
- Coenzimas en reacciones de detoxificación hepática
- Antioxidantes, por tanto protectoras de tejidos